Siempre a tu lado (Hachiko)
(Hachi: A Dog’s Tale)
Dir.: Lasse Hallström (EEUU, 2009)
En 1924, un profesor de la Universidad de Tokio, cogió un akita para regalárselo a su hija, aunque luego terminó quedándoselo él. El perro, al que llamaron Hachi, acompañaba fielmente a su dueño cada día hasta la estación de tren cuando éste iba a trabajar y lo iba a recoger cuando éste volvía. Esta rutina se repitió día tras día, hasta que en 1925 el profesor murió durante una de sus clases. Hachi fue a buscarlo a la estación como cada día y se quedó allí esperando un regreso que nunca llegó. La gente de la estación y de los comercios cercanos se encargaron de cuidarlo y la historia conmovió tanto a la gente que erigieron una estatua en honor al perro, en la inauguración de la cual estuvo presente el animal. Al final, después de esperar fielmente durante nueve años.
La historia real: el verdadero Hachiko nació en Japón, en 1923. Cuando su maestro, el Dr. Eisaburo Ueno, profesor de la Universidad de Tokio, murió en mayo de 1925, Hachiko regresó a la estación de trenes de Shibuya al día siguiente, y al siguiente… así durante los siguientes 9 años, siempre esperando que su amo regresara. Hachiko murió en marzo de 1934. Hoy en día, una estatua de bronce de Hachiko se encuentra en su lugar de espera, fuera de la estación de ferrocarril Shibuya, en Tokio.
Una película que sin duda no dejará indiferente a los amantes de los animales, ya que es altamente conmovedora y dramática. Hachiko nos enseña que el amor, la lealtad y amistad pueden llegar a ser infinitos, y que no solo las personas somos capaces de sentir, sino que el mundo animal no queda exento de ello.
Los animales sienten las mismas emociones que nosotros, aman, se ponen contentos, tristes, lamentan las pérdidas, celebran reencuentros. Lo que ocurre es que la manera de expresar las emociones es diferente, pero sienten totalmente igual que cualquier persona.
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