Hace mucho tiempo un joven muchacho, deseoso de aprender nuevos conocimientos, acudió al viejo maestro con la esperanza de que lo tomase como discípulo. El viejo sabio, tras escuchar las palabras del muchacho,  decidió aceptarlo como alumno y enseñarle todos sus conocimientos:

Muchacho, ven mañana al despuntar el alba y recibirás tu primera enseñanza.

Y el muchacho así lo hizo. En cuanto el sol empezó a asomar por el horizonte, el joven discípulo se presentó en  la casa de su maestro.

Ven, muchacho —le dijo el viejo sabio—. Tomemos una taza de té.

Puso delante del joven una taza y empezó a servir el té. Sin embargo, en vez de pararse cuando la taza estaba llena, siguió vertiendo el líquido hasta que la tetera quedó completamente vacía. El muchacho se quedó sorprendido ante la situación que acaba de ver, pero por respeto a su maestro no quiso decirle nada.

Por hoy ya hemos acabado —le dijo el maestro—. Ya puedes volver a tu casa. Mañana te espero a la misma hora que canta el gallo.

Al día siguiente, el joven discípulo se presentó en casa de su maestro con la ilusión de que ese día empezasen las enseñanzas. Sin embargo el viejo le sentó de nuevo a la mesa y le puso la taza de té delante, llenándola hasta que la tetera quedó completamente vacía.

Y así pasó un mes. Un día, el joven alumno reunió fuerzas y se animó a preguntarle al maestro cuándo  empezarían las enseñanzas.

Muchacho —le dijo el sabio—. Hace un mes que empezamos con las lecciones.

¿Cómo es posible? —preguntó el joven—. Desde hace un mes lo único que hago es sentarme y ver cómo se derrama el té de la taza.

Al igual que la taza, estás lleno de opiniones y especulaciones. ¿Cómo vas a aprender si no empiezas por vaciar tu taza? —respondió el viejo sabio.

Adaptado de Cincuenta cuentos zen, en la ed. José J. de Olañeta.

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3 comentarios

Amalia · 09/10/2019 a las 4:20 pm

Me ha gustado mucho el cuento «La taza de té» Pienso que cuando somos niños y adolescentes nos orientamos y fijamos en los padres o personas de referencia, en la sociedad la cual oculta el dolor, la mayoría de nuestros padres se sienten debiles y vulnerables, tenemos la taza desbordada ante la muerte y adversidades de la vida.

Mar Cortina · 14/10/2019 a las 9:40 am

Sí, Amalia y también la tenemos desbordada de ego, de creer que ya sabemos mucho

vanesa sanz mazuela · 26/06/2020 a las 7:40 am

Me conecta con la necesidad diaria de poder soltar y fluir con dejar ir lo que tenemos dentro.Estamos llenos de opiniones muy compactas y el trabajo viene no por aprender y seguir llenando. Sino por vaciar y dejar ir lo que ya no sirve. Estas situaciones con el Covid-19 han sido muy oportunas para poder emprender el vaciado. Me gusta mucho como el derramar del té, como si invocara el fluir, la forma de dejar ir como el agua, el té.

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